sábado, 3 de julio de 2010

El tiempo recobrado (una tarde con Proust y Sebreli)

Esta tarde, después de la hecatombe de Ciudad del Cabo, fue un regalo del cielo encontrarme con un grupo de personas sensibles que se reúnen para hablar de Proust. Además tenían un invitado de lujo: Juan José Sebreli. A mí me llevó una amiga y así pude entrar a la erudita secta: en total seríamos siete u ocho personas. Fue una maravilla sumergirse en el mundo de Guermantes con té y madalenas en la mesa. En realidad muchos tomamos café, pero todo encajaba con Proust. El francés, un escritor exquisito que leí alguna vez y me dieron ganas de retomar, sumado a la posibilidad de escuchar a un pensador excepcional, que si con eso no bastara conoció personalmente a Simone de Beauvoir, a Victoria Ocampo, ¡a Borges! entre otros, y que tiene una visión negativa de cualquiera de los intocables argentinos (El Che, Gardel, Maradona) Además dispuesto a conversar antes que a dar cátedra, compartiendo junto a un grupo tan conocedor de la obra proustiana como sencillo y amable.
Era un regalo inmenso para cualquier día del año y para este sábado a priori tristón, inigualable.
En tres horas de charla que resultaron escasas paseamos por Francia, a través de Víctor Hugo, Céline, el Capitán Dreyfus; por la paradoja proustiana del homosexual judío que escribía sobre una élite que no podría aceptarlo; de la diferencia entre la aristocracia europea y los personajes que quieren ingresar a ella con la argentina, que se autofabricó súbitamente al repartirse la tierra entre pocos como único blasón para exhibir. Leímos y hablamos de diversos personajes de En busca del tiempo perdido, cuyos tomos presidían el centro de la mesa.
¿Quién podría ser nuestro Proust, Sebreli? José Bianco o Mujica Lainez, dijo sin dudar. Bianco estuvo cerca en "La pérdida del reino" y Mujica se enredó con Bomarzo para ser aceptado en Europa. Manucho tuvo al alcance de la mano escribir la gran novela argentina sobre la alta sociedad porque tenía el talento y la conocía como nadie, y sin embargo la dejó escapar escribiendo una historia renacentista. Hubo tiempo para hablar de la decadencia argentina, le pregunté por la selección sabiendo que para él el fútbol es sólo negocio y hasta nos dio razones futbolísticas para entender el fracaso. Hablamos de su barrio de Constitución, que fue partido en dos por una autopista como le sucedió al Bronx neoyorquino y nada recuerda al de su niñez. Le pregunté por Victoria Ocampo, por Borges, por Rayuela, por Gombrowicz. Con la Ocampo trabajó en Sur. Decía que él no podría entender que Proust erraba en los enfoques, que otros como Vita Sackville-West podían escribir mejor sobre la alta sociedad porque pertenecían a ella. Pero Sebreli no le hizo caso y siguió disfrutando a Proust. Tuvo razón, poco se recuerda a la Sackville y a Proust se le reconoce y admira incluso en la aristocracia, pese a sus pecados de origen.
Contó que Borges era un personaje de círculos literarios reducidos hasta que fue traducido al francés, que una vez asistió a una conferencia que dio el autor de El Aleph junto a Susan Sontag en la Feria del Libro a la que asistieron solamente…siete personas!
Dijo también que Rayuela no le parece una gran novela, y que de Cortázar prefiere los cuentos. Nos alertó sobre Roberto Arlt, a su criterio y junto con Borges los mejores escritores argentinos, aunque aquel fuera desprolijo y se distrajera en el medio de las tramas.
Considera a Lucio Mansilla como el personaje argentino que más podría encajar en el mundo proustiano, y que lo mejor de Gombrowicz es su Diario Argentino, que es justamente lo que estoy leyendo ahora.
Flâneur por excelencia, compartimos una pequeña caminata por la avenida Pueyrredón mientras charlamos de la antigua calle Viamonte, un para mí sorpresivo faro cultural que comenzaba en la sede de la revista Sur (la casa de Victoria Ocampo) y continuaba por los bares que la rodeaban.
En síntesis, un milagro conocer a este grupo de lectores sensibles y atentos en una tarde especial, convocada por el fantasma de Proust y la presencia de Sebreli. Tanto hablar de Francia y Argentina me hicieron olvidar por un buen rato del mundial. Definitivamente, hablar de Guermantes en lugar de Germania me hizo sentir el tiempo recobrado.




17 comentarios:

Miriam dijo...

Dos potencias se conocen... el ya sabe que lo es, vos todavía no... pero ya llegará ese día.
Sigue alimentándote de estas amistades y te servirán para seguir creciendo.
Besos

MaLena Ezcurra dijo...

Qué maravilla!

Hubiera querido estar ahí , pasear por el mundo de Guermantes buscando el tiempo perdido.

No tenes idea de lo que disfruto en tu casa.

Besos desde la calle de la sensibilidad.


MaLena.

Merche Pallarés dijo...

¡Qué tarde de sabado más bien aprovechada! Ha tenido que ser una gozada y nos lo has explicado muy bien. Deberías tú, querido Marcelo, escribir un "En busca del tiempo perdido" argentino pero sin tanto rebuscamiento y barroquismo como hace Proust. Besotes, M.

TORO SALVAJE dijo...

Compensaste bien la tarde.
De hecho ganaste por goleada.
Eso si que es triunfar.

Saludos.

esteban lob dijo...

¿Abominar de Gardel poniéndolo en un mismo saco con los otros dos?
Me suena a sacrilegio.¡¡¡¡¡¡¡¡¡

Un abrazo.

Beatrice dijo...

Marcelo: al igual que "la historia renacentista", tengo abandonado los 7 tomos de Proust en mi biblioteca comprados en la Librería Noray de la calle Estado en el Santiago de 1972,
sólo he leído Por el Camino de Swamn...
¿me animarás a leer el resto como que hiciste con Bomarzo?
Qué día Sábado Marcelo, para olvidarlo.
Un abrazo

Anónimo dijo...

MARCELO, SOY MARTA, LA SEÑORA QUE LLEVO A SEBRELI, QUE SORPRESA!!!!, BUEN RESUMEN, AHORA SE LO ENVIO AL RESTO DEL GRUPO, UN BESO, MARTA

Marcela dijo...

Esa es una tarde interesante!
Me dieron muchas ganas de estar ahí, ganando y recobrando el tiempo. De hecho, esa tarde no tuvo nada de tiempo perdido.
Besos.

Claudia Sánchez dijo...

Se ha hecho acreedor, estimado amigo, de mi sana envidia. Lo felicito por haber recobrado el juicio de inmediato.
Saludos!

marichuy dijo...

Marcelo

Recobrar el tiempo así es un privilegio. Una maravilla de recorrido a través de las brumas del tiempo, el que has hecho. Proust estaría feliz.

Saludos

Cristina dijo...

Dicen que la relación entre Proust y la comida es natural. Transmitió sensaciones, exquisitamente analizadas, incluidas las del paladar. Le gustaba sentarse a la mesa rodeado de amigos, y poseía memoria gustativa: gozaba de una buena comida no sólo durante el momento, sino durante la vida, atesorándolo en la memoria para poder evocarlo a voluntad.
Creo que la relación entre usted y la palabra es igual de natural. Disfrutó ese encuentro con Sebrelli y nos dejó la mesa servida.
Estamos invitados a tomar el té,
la tetera es de porcelana
pero no se ve:
sólo hay que leer.

Una delicia!

Cristina dijo...

digo: Sebreli

SIL dijo...

Gracias... (sabés lo que este tipo de publicaciones valen para mí :)

Un beso grande (más que grande)




PD. futbolística: dicen que loco la picó por loco, yo digo que por héroe...


SIL

Pame Recetas dijo...

Mientras yo me moría de frío en lo alto de un cerro en una casa a medio construir vos te dabas este banquete: no es justo! Sólo diré que bien merecido te lo tenías especialmente ese día aciago. Un abrazote

Pame Recetas dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Susana Peiró dijo...

Caramba, ¡cuántos autores movilizadores para una sola tarde! ¡Y qué gusto a poco debió dejarle el momento! Sólo Borges y el mismo Gombrowicz acapararían un indefinido espacio de tiempo ¿no le parece?
A veces sospecho, Marcelo, que “Florida” y “Boedo” nunca desaparecieron del todo y la fascinación de los opuestos sigue vigente, como Georgie y Witoldo o los autores de blogs y las élites literarias.
Cuentan que durante años, el polaco exiliado le gritaba “Hey Borges, acá Gombrowicz!” desde la vereda de enfrente cuando se encontraba con el Maestro, quien por supuesto, no lo reconocía. La distancia artística y socio cultural superaban el ancho de la calle.

El autor de Ferdydurke y (ese revelador Diario Argentino que está leyendo) siguió saludando a Borges por las calles porteñas y recordándole con el gesto que los poetas y narradores populares estaban allí para la renovación.

Bueno, hoy también... y a veces incluso comparten la misma vereda.

miralunas dijo...

hey, Cronista!... acá miralunas, retorcida de envidia!

(con licencia de susana)

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