viernes, 31 de enero de 2014

Me quiero ir a Bali




Nativos amigables
Comida con leche de coco
Templos, selvas, playas
A la noche un trago
Junto al mar
Bailar mucho
Amaneceres
Nativos amigables
Pero nativas

No preciso

martes, 21 de enero de 2014

El tipo del traje





La pizzería Angelin en enero, al lado del horno, está a unos 37 grados más o menos, sin que pueda hacer nada ese tenue ventilador estilo Casablanca. Dicen que estuvo Frank Sinatra pero no es cierto, sí hay una foto firmada por el Maestro, pero eso fue porque le hicieron llegar una pizza del lugar.
Hay que tener valor para comer con este calor al lado del horno, así que me fui lo que se dice en patas.
Sin embargo el caballero que se ubicó al lado mío en el sector “de parado” lucía un tremebundo traje media estación, corbata bien ajustada, camisa manga larga. Como única concesión al clima tenía desabrochados los botones de ambas mangas. Pero comió sin sacarse ni siquiera el saco. Yo, que he pasado por esa contingencia, imaginé que al hombre le tendría que estar transpirando todo el cuerpo. Y cuando digo todo, digo todo, incluso los distritos corporales más ocultos. Eran casi las diez de la noche y adiviné su ocupación. Morocho de bigotes amplios, pulcro. Era chofer de auto de alta gama, y entonces entendí. O creí entender. El tipo está orgulloso de su trabajo y del emblema que lo caracteriza cuando está afuera del vehículo: el traje. No cualquier fercho anda de traje. Para él el traje es el uniforme de un soldado victorioso. El tipo, al decir de Borges, ya sabe quién es, y no lo va a hacer dudar un hornito a 37 grados. Entonces me quedé tranquilo, lo dejé tranquilo a él y me lastré otra de muzza.

martes, 14 de enero de 2014

ORVUAMERCÍ


Oliveira no la busca por el puente
No brindan Zelda ni Scottie por el Ritz
No se ve la calva de Henry en bicicleta
Pensando en June
Pensando en Annais
¿Para qué ir?
Sin sus fantasmas
No puedo enamorarme de París






jueves, 9 de enero de 2014

Feliz navidad para todos


Ahora que pasaron todas las fechas festivas y que la montaña se ve empinadísima; ahora que los deseos de ocasión han sido olvidados porque la vida real sigue, empieza o termina, es el momento en que yo prefiero renovar los votos y desearles buena vida a todos, si nos dejan y queremos. Porque reinventando a Oscar Wilde sacrílegamente, diría que “Cualquiera puede tener espíritu navideño el 24 de diciembre, pero tenerlo el 9 de enero requiere una naturaleza delicadísima”

domingo, 5 de enero de 2014

Carta urgente a los Reyes Magos



Queridos Reyes, en primer lugar indulgencia por estos cuarenta y cuatro años de falta de noticias mías, anduve un poco ocupado y supongo que ustedes también, de modo que descuento que me entenderán. No descarto que reciban esta misiva con pesar, ya que de adultos niños deben estar hartos. Pero alguien dijo fatalmente que todos llevamos un niño en el corazón y para ganarse la lotería hay que comprar el billete primero, así que aquí estoy. También les pido perdón si hay algún error en esta carta, es que perdí los anteojos para leer ayer en el cine. No quemaré un deseo pidiéndoles gafas, en un rato volveré al cine a ver si un alma caritativa las dejó en boletería.
Necesito saber si ustedes son autónomos o responden directamente al Jefe y es él quien dice que sí o que no a los pedidos. Estoy enojado con el Jefe. Nos tira en este mundo desnudos y aquí abajo es difícil. Una isla de caníbales a veces me parece más acogedora. No pretendo que nos mande de saco y corbata, pero si por lo menos nos dejara llegar como Terminator, que arribó desnudo pero con potentes poderes especiales (me encanta su mirada scanner) sería otra cosa. Me estoy excediendo en la presentación, ustedes están apurados porque mañana es el día y yo también porque almuerzo con papá, de manera que iré al grano. No les voy a pedir los tres deseos a los tres, no sea cosa que ustedes respondan en cada país según su cultura y en Argentina Melchor me diga que ese pedido lo recogió Gaspar, y éste que en realidad era de Baltasar y me quede sin nada. Tampoco pediré cosas genéricas como paz en el mundo porque de eso seguro que se ocupa el Jefe.

A Melchor le pido que me consiga perdón. Perdón de las personas que lastimé; que como nos pasa a todos son las que suelen estar cerca de uno. No alcanza con decir que no tuve intención, no alcanza con decir que traté de ser leal, lo cierto es que he lastimado. No pretendo no dar las disculpas personalmente, pero sé que si Melchor me acompaña quizás las personas ofendidas se sonrían y no quieran asesinarme como suele sucederme.

A Gaspar le quiero pedir alegría. Que a pesar de todos los males de este mundo siga avanzando sonriente por el camino de la verdad, como decía Voltaire, y me ría con todos los que quieran de las cosas increíbles que se ven por ahí.

Y a Baltasar le pido ilusión. Sin soñar no podemos vivir, nadie puede vivir. Que el pan del cuerpo me lo puedo procurar yo solo gracias al Jefe. Y que mi sueños sean posibles, que los roce con la punta de los dedos y no se me escapen.

Queridos reyes habrán notado que mis pedidos son intangibles. Eso los hará más sencillos o más difíciles? No lo sé. Pero si son muy complicados, les vuelvo a pedir el último gran regalo de reyes que recuerdo de mi vida. Tenía cinco años y al pie de la cama estaba el camioncito Duravit, indestructible y eterno, me podía subir con los dos pies sobre él y aguantaba pese a ser muy chiquitito. Ustedes decidan.
Ahora les dejo la comida y el agua a los camellos.
Saludos al Jefe.
Atentamente

Marcelo



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